lunes, 30 de abril de 2012

Los sueños, sueños son. Y es verdad: son. Ni cosas, ni sensaciones... simplemente se limitan a ser sueños. Cuando sueñes despierto, serás medianamente consciente de tus actos. Cuando sueñes estando dormido... Asume que vas, una noche más, hacia lo desconocido. Porque, ¿quién conoce realmente a su subconsciente? Además de la realidad, una nueva aventura espera cuando tengas los ojos cerrados, y no sabes cuándo va a llegar. Porque hay sueños extraños, largos, cortos, que no se recuerdan, que no son agradables... o, simplemente, no hay sueños.
- ¿Qué tal lo has pasado hoy? ¿Muchas novedades?
- Pues no. Ha sido un día corriente.
¡MAL!
***
- ¿Qué tal lo has pasado hoy? ¿Muchas novedades?
- Pues sí.
- ... Bueno, ¡pues cuéntame!
- Es que no me acuerdo, ¡pero estoy convencida de que he soñado algo!
¡Así sí!

domingo, 22 de abril de 2012

Ella se había limitado a observarle durante, aproximadamente, unos 5 minutos. En silencio.
- Bueno, ¡comencemos pues la entrevista!
- He de decirte que estoy algo nervioso. - se reía.
- No te preocupes. Tú limítate a hablarme de ti, que yo sólo tomaré unas cuantas anotaciones.
- Cómo quieras... El caso es que he venido aquí por el anuncio que pusiste. He estado investigando, y coincido en muchos de tus gustos: musicales, gastronómicos... Estoy de acuerdo con muchas ideas que tienes, y las que no comparto, las respeto. Creo que, si me escoges entre toda la gente que haya leído tu anuncio, podríamos sacar algo en limpio de esta posible relación.
- Ya. Pero es que verás... Lo siento, no puede ser.
- Vaya. - ella seguía impasible, y él estaba anonadado. - Pero, ¿por qué? ¿No soy de tu agrado?
- Sí, bueno, sí lo eres. Pero no eres... Cómo decirlo... un príncipe azul.
Dicen que en boca cerrada no entran moscas. Pero puedo jurar que en ese momento todas las moscas que pudiese haber en la sala, cualquier resto de vida existente, se hubiese escapado de allí al ver la cara de incredulidad de él.
- Comprendo.
En una palabra, había conseguido resumir la mentira más grande que había dicho. Se levantó en silencio, guardó otra vez su personalidad y virtudes en el saquito interior de dónde las había sacado, y abrió la puerta mirando a la libretita de la chica, donde ella tachaba su nombre en una lista. Acto seguido, concluyó:
- Si encuentro a un pitufo de la realeza, tranquila, que no dudaré en avisarte.

lunes, 16 de abril de 2012

En 5 parpadeos recorrí tan sólo algunas de las muchas maravillas del universo, pero realmente no me importó, quedé satisfecha. Mientras me desvanecía, me dio tiempo de rozar el frío Taj Mahal. Entre destellos y un calor reconfortante, llegué a profundos arrecifes de coral donde sirenas y peces hacían burbujas con pequeños universos contenidos en ellas. Con el tercer parpadeo, enseñé a mi Yo pasado a convertir la música en un lienzo de sonido. Al cuarto, y aún con el lienzo en la mano, lo colgué en un extremo de la Luna, pensando lo bien que quedaba ese adorno tan peculiar. Pronto amaneció, y al quinto parpadeo, tú con un joyero.



















- ¿Qué lleva dentro?
- La Luna.
- No te creo.
- ¿Acaso la ves en el cielo?
- No...
Y sin decir nada más, amaneció a tu alrededor y tú te desvaneciste también como la Luna. Esperé meses en una playa de azúcar y champán, y nunca hubo oscuridad. Y cuando estuve a punto de abrir el joyero... Justo en ese momento, me desperté. No había joyero. Ni playa. Sólo vagos recuerdos. Y, además, la Luna seguía en su sitio.

viernes, 13 de abril de 2012

- ¿Se puede?

- Ah, vaya, ya está aquí. Buenos días; o tardes, o noches. Realmente da igual qué fase del día sea, todo es un ciclo repetivo donde amanecer y anochecer son polos opuestos que se persiguen y se buscan, pero que nunca llegan a encontrarse. Pero bueno, qué modales son los míos, ya estoy desvariando, pase, pase.
- ...
- Ni siquiera me he dignado a presentarme. Verá usted. Soy el Tiempo, mucho gusto. En primer lugar, ahora que ya sabe con quién tiene el placer de hablar, y que conste, señor mío, que no estoy alardeando, si no porque sabrá que las palabras que le digo no son pura fachada, querría felicitarle por sus años, meses, semanas, días, horas, minutos, segundos, y otras unidades menores, hacia ese vórtice desconocido llamado Infinito... de su existencia.
- ...
- Por favor, no se quede con esa cara. ¿Sabe usted? Yo le envidio. Sí, señor, así se lo digo tal como lo oye. ¿Que por qué? Bien. Sencilla y difícil respuesta a la vez, pero me agrada que le interese, por lo que intentaré encontrar una respuesta factible, para ambos. Veamos. ¿Recuerda usted, señor mío, cuando al principio de esta conversación le felicité por su existencia? Sí, se acuerda. Efecto de mi influencia. No se extrañe, por favor, aunque en parte me resulta curiosa su cara de desconocimiento total sobre el asunto. Correcto, he ido muy deprisa dando muchas cosas por resueltas y entendidas. Mis más sinceras disculpas. Pongamos un ejemplo claro y de fácil compresión. Verá usted, yo no me considero una de esas intuiciones puras de las cuales Kant habló, habla, y hablará. Piense tres de mis segundos esta frase y la entenderá perfectamente. Habrá comprobado señor mío, que usted está siguiendo el hilo de la conversación, por ello, le felicito también.
- ...
- Retomando pues mi explicación, puedo exponerle de una forma clara y sencilla todo sobre mí. Comencemos con la pregunta principal: ¿Qué es el tiempo? Mejor en primera persona. No le importa, ¿verdad?
- ...
- Excelente. Así pues: ¿Quién soy? Verá. Yo soy un virus.
- ...
- No, no. Culpa mía. No soy un virus. Los virus se pueden estudiar y conocer. Yo no. A lo que me refiero es a que sería comparable con un virus. Un virus que ha contagiado al mundo y al universo, algo mucho más grande que una pandemia, muchísimo más grande. Un virus desconocido que no para de avanzar, cuyo próximo síntoma, por supuesto universal, se denomina futuro, y los síntomas anteriores ya tratados y que nunca volverán, pasado.
- ...
- De todas maneras, por favor le pido que reflexione un momento acerca de esta paradoja. Sé que no puede comprender tal y como yo quisiera todos los datos acerca de mi persona. Pero es usted avispado, señor mío, se lo noto en la mirada. Haga un último esfuerzo y dedique unos de mis segundos a reflexionar sobre esto. Usted se acuerda de mayor parte de esta conversación. ¿No es así? Bien. La está recordando ahora, es decir, en el presente. Pero nuestra conversación ya pertenece al pasado, y sin embargo recurrimos a ella. Ahora. En este momento.
- ...
- Exacto. Creo que le he dejado un poco descolocado cuando menos, y mi monólogo le está aburriendo un poco, ¿no es así?
- ...
- Pero bueno, dónde están mis modales... ¿Café?

martes, 10 de abril de 2012

Adiós, sueños. Hola, realidad.

08:10 - Despiértate. Analiza dónde estás y qué vas a hacer hoy. Aunque no te guste, levántate. Ve hacia el espejo. Sonríe. Lávate la cara. Y vuelve a sonreír. Ahora, empieza tu rutina. Ánimo.
***
23:37 - Llegó el momento en el que hasta te cuesta respirar, de cansancio, de tristeza, de enfado o agotamiento. Tira la ropa de cualquier manera al suelo, o a una silla, y prepárate para descansar en tu cama. "Buenas noches". Aunque tu estés mal hoy, debes desearle siempre lo mejor a los demás. Esa es la regla de oro. Cúmplela, aunque te joda. Baja la persiana mecánicamente, y túmbate en un suspiro de sensaciones vividas en el día de hoy. Intenta dormir. No puedes. Tu mente empieza a pensar en todo lo pasado, y tu pobre corazón ya no aguanta más presión. Y ahora, cuando nadie te ve, y la almohada y las sábanas van a ser los únicos confidentes de tu noche, encógete, en la posición más cómoda que puedas. Y ahora, puedes llorar. Límpiate la cara con tus lágrimas, que en la noche parecerán oscuras. Sabes que es mentira. Que te conviene dejar salir las emociones de vez en cuando. Y si en público te da vergüenza, rabia, rencor, etc. La noche te acogerá en su manto de oscuridad. Siempre silenciosa. Nunca replicando.
***
08:16 - Abre los ojos. Te cuesta. Están legañosos y húmedos. Notas la cara seca. Por las lágrimas. Contradictorio, pero así es. Recuerdas el porqué de tu tristeza, inconscientemente. Pero por la mañana, a veces las cosas pintan mejor. Entonces levántate. Recoge la ropa que ayer tiraste de cualquier forma, pagando tu enfado por ti. Y ahora, ve hacia el espejo. Sonríe. Lávate la cara. Y vuelve a sonreír. Ahora, vuelve a empezar tu rutina. Ánimo.

lunes, 2 de abril de 2012

Hoy me he fijado en la indiferencia de la gente. Gente paseando que mira de reojo al resto de personas y aparta inmediatamente la vista, altivos. Madres con sus niños, que apenas llegarían a los 5 años, acercarse curiosos a músicos callejeros. Y en el momento en el que el músico sonríe al niño, la madre da un tirón del bracito de su hijo y le dice: Venga, que nos tenemos que ir. Sinceramente, yo no me creo esa frase en el 70% de los casos, y hoy la he visto salir de la boca de 3 personas. El músico baja la mirada y sigue tocando, casi mecánicamente, pensando en sus cosas y tocando como un robot. Música vacía, sin matices ni ninguna muestra de emoción alguna. Los primeros minutos pensaría: "lo haré tan bien, que se acercarán a mi, me darán la enhorabuena, me ayudarán económicamente, los niños pequeños bailarán al sonar la música, y todos se quedarán admirados murmurando: qué bien lo hace."
Esos primeros minutos hace lo que tiene en mente. Ser un músico, normalmente sin estudios, con un aprendizaje propios, y un instrumento de mala muerte, heredado de su familia, robado, o comprado en una tienda de segunda mano con un poco de suerte. Y después de unos minutos, la cruel indiferencia de la gente lo aplasta y lo hunde. Deja el instrumento y descansa unos minutos. Y luego vuelta a la rutina. Y así todos los días.